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LAS PLAGAS QUE ESTÁN DESANGRANDO A LA GUAJIRA
LAS PLAGAS QUE ESTÁN DESANGRANDO A LA GUAJIRA
En el norte de La Guajira, hace casi tres años no cae una gota de agua. Los cultivos de pancoger están secos desde el 2013, y el pastoreo de cabras y ovejas, tradicional en la región, es hoy un negocio marchito porque los animales se están muriendo.
Esta sequía casi bíblica es una de las causas del drama que se
vive en la península por la muerte de 12 niños por física hambre y que ha
puesto, por fin, los ojos del país y del Estado sobre una de sus regiones más
ricas, pero también más abandonadas a su suerte.
Pero la falta de agua no es la única razón de este oscuro
panorama. Una ubicación estratégica que desde hace siglos puso a La
Guajira en la ruta de las mafias, la corrupción desbordada que ha permeado a
dirigentes locales y a autoridades, factores culturales que ponen lo ilegal
como modelo y la falta de presencia del Estado son los ingredientes de un
coctel que amenaza con hacer inviable al departamento.
De hecho, si los niños en las rancherías se están muriendo por
desnutrición y sed, el clima no es el único culpable. Su dirigencia política
tiene mucho que explicar sobre el uso dado a millonarias partidas que no se han
visto materializadas en el bienestar de sus casi un millón de habitantes.
Tan solo entre el 2012 y el 2014, el departamento manejó regalías
por 678.225 millones de pesos. Y aunque el 32 por ciento de su población no
tiene acceso a agua potable, inexplicablemente las gobernaciones de turno
decidieron destinar tan solo el 2,71 por ciento de ese dinero a obras de
infraestructura para acueductos, pozos y tanques. Y si bien hubo un repunte en
la inversión durante el 2015, por 114.000 millones de pesos, aún no es
suficiente.
El viernes, la Contraloría General de la República reveló que
tiene bajo la lupa la construcción de un acueducto en el corregimiento
Camarones, en donde la Alcaldía de Riohacha invirtió 10.858 millones de pesos
de regalías sin tener siquiera los títulos de propiedad del predio en donde se
proyecta la obra. Y hace apenas 72 horas, hombres encapuchados y con
fusiles atracaron una escuela wayú en zona rural de Manaure, y entre los
elementos que se robaron está un tanque con capacidad para 10.000 litros de
agua y 11 mercados destinados a los niños.
El ente de control también lanzó la voz de alerta sobre otros
cuatro contratos, por 7.190 millones de pesos, que invirtió la Gobernación en
alimentación y trasporte escolar, y en compra de semovientes para las
rancherías, sin que se conozca a los beneficiarios.
Según investigadores de los organismos de control, donde se
escarba en materia de contratación pública aparecen irregularidades.
La educación es otro boquete. Las autoridades investigan contratos
para la construcción de 59 colegios que se negociaron por 90.000 millones de
pesos en el 2009, y que fueron adicionados hasta llegar a los 135.000 millones
de pesos. Lo que hasta ahora se ha encontrado es que el contratista subcontrató
las obras y pagó por ellas menos de la mitad. Hoy, muchos de esos colegios
están sin terminar.
Fuentes de la Dirección Anticorrupción de la Fiscalía señalaron
que hoy están vigentes 665 investigaciones por presuntos hechos de corrupción
en La Guajira, la mayoría relacionadas con temas de salud.
“Uno de los mayores riesgos que se han detectado son los altos
índices de corrupción y las alianzas de autoridades, políticos y grupos
ilegales”, dijo un fiscal asignado a esas investigaciones.
Eso contribuye a que todos los indicadores de eficiencia de ese
departamento se encuentren en rojo, entre ellos el índice de pobreza, que se sitúa
por encima del promedio nacional.
Y aunque no hay duda de que los wayús son las principales víctimas
de la miseria en la que vive La Guajira, los que conocen el departamento
también les atribuyen parte de la responsabilidad de lo que sucede.
A algunos equipos de ayuda humanitaria que intentan sacar de las
rancherías a los niños con cuadros de desnutrición les exigen el pago de un
‘rescate’ por cada menor. Por ejemplo, el secretario de Salud de Manaure,
Yelkin Velásquez, contó esta semana que, para poder llevar a un hospital a un
bebé de 4 meses con desnutrición, tuvo que trasladar un carro cisterna cargado
de agua hasta la comunidad donde el menor de edad vive y pagarle a un médico
tradicional para que dictaminara que sí estaba enfermo.
REFLEXIÓN CRITICA
Seguramente la mayoría de colombianos pensamos que este problema
es solo aquí en nuestra guajira por tal razón no deberíamos preocuparnos, pero
al contrario debemos tomar conciencia de la importancia de ahorrar agua,
porque, así como hoy falta de agua se nota en la guajira, mañana el problema
podría ser a nivel nacional y nos afectaría a todos. En fin, la crisis social
en la guajira existe la desnutrición en los niños wayuu es totalmente
preocupante y nos compete a todos.

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